viernes, 11 de diciembre de 2009

La Forja de las Almas - By Bendem F'Lar

“ - Sal del anillo morado!!  – alerta Bendem F’Lar  mientras provoca a Devoraalmas y camina de espaldas  para alejar al grupo del área mortal…”

Acabo de salir de hacer la primera aleatoria diaria, con dos chapitas de escarcha calentitas en mi bolsa, cuando en la hermandad se monta un grupo para entrar a la Forja de Almas, la primer ala de la nueva mazmorra del parche 3.3, en modo normal.

A través del Ventrilo me asignan el papel de Tanque – el destino me está empujando hacia ese rol de forma descarada – a lo cual yo dubitativo le pregunto a Kaoos si tengo suficiente nivel.

- Seguro, en normal no hay problema – me responde confiado. Y confiado en su confianza me dispongo a probar las hieles/mieles de este nuevo reto.

Por si las moscas me “alquilo” el anillito 245 de Tanque (Garra de fortificación ) como me ha enseñando Luisen (cinco), y me compro un par de Frascos de sangrepiedra sintiéndome listo para enfrentarme con las primeras huestes del Rey Examine.

Ale, vamos pa’ allá entrando en la primera mazmorra a la izquierda y dejando a una pesadísima Jaina hablando sola mientras vamos tumbando uno tras otro los pull. La cosa pinta bien y veo que Yasper no tiene el más mínimo problema en mantenerme con vida y me voy relajando siguiendo los consejos de Kaoos que ya se la ha ventilado (a la mazmorra, no a Jaina) anteriormente.

Llegamos al primer boss, Bronjahm el Padrino de almas, el cual no es muy difícil. En la primera fase el nigromante toma el alma de uno de los miembros del grupo. En ese momento yo tengo que alejarlo el máximo posible del pobre desgraciado que ha sufrido el ataque para evitar que su alma, en forma de bola luminosa, llegue hasta el boss y le regenere vida. Osea, yo lo alejo, y el resto de los DPS se centran en tumbar la bola del alma.

Un poco después, el boss se queda quieto y empieza a hacer unas contorsiones que te indican que va a entrar en la segunda fase en donde hace una barrera de color morado a su alrededor y a unos 20 metros. En ese momento todo el mundo tiene que meterse en rango de melé. Porque el que se quede fuera es echo papilla por este ataque. Así que pegaditos y oliéndonos el aliento los unos a los otros, reventamos a este boss y obtenemos bonitas recompensas, que en mi caso la Lucky Old Sun  que es un arma de tanque del mismo nivel que la que llevaba pero que me sube el preciado índice de defensa hasta 522 (me falta poco para el Cap de Ulduar a 540).

Sigamos escaleras pa’ arriba, cada vez más seguro con ese peaso healer que me mantiene full verde la vida, llevándonos por delante todo pull que vemos y llegando rapidito al segundo Boss: Devoraalamas.

Este es un bicho feo que tampoco es que sea muy difícil hacerle pupa hasta su defunción. Lo más crítico es que se sitúa encima de un jugador y planta un bufo de área en forma de circulo en el suelo de color morado (más bien fucsia) del que tienes que salir corriendo para no perder vida. Vamos, nada nuevo bajo el sol. También debes estar al loro de un rayito morado, que no tengo claro lo que hace porque yo estoy centrado en lo mío. Finalmente, cuando ya está cerca de diñarla, el bicho se escapa de mi Aggro, no porque yo sea manco sino porque es la última fase del boss, y se pone a repartir estopa a diestro y siniestro. Pero con el tríode DPS que llevamos su vida se acaba en un pis pas y acabamos la mazmorra obteniendo otro bonito despojo para mi Tanque. Las botas Sollerets of Suffering.

“El sudor se enfría bajo las placas. La adrenalina aún impregna las celulas de Bendem F’Lar mientras medita si acaso sus días de DPS han de dar prioridad a un futuro Tanque. A lo lejos se oye la llamada del Buscador de grupo invocando a la siguiente batalla en el Torneo del Cruzado y, con un profundo suspiro y el ligero chirrido del metal, se levanta y se prepara para el teletransporte”

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